- Por siglos sigue la tradición viva en tierra de panaderos, artesanos y floristas
Tepeaca de Negrete.-El inigualable aroma de la flor de cempasuchil abrazado de bíblico incienso , en un aire de misticismo ancestral, dibuja en la memoria paisajes inolvidables e imperecederos de la celebración de Todos Santos en esta ciudad.
El infatigable y pertinaz repique de campanas de los barrios ancestrales tepeaquenses, en el marco de las mágicas noches de lunas indescriptibles de octubre, es el ineludible anuncio de las festividades de Todos Santos en esta Ciudad.
Como olvidar en noviembre , en el pasado siglo XX ,el zócalo tepeaquense pletórico de aromas, sabores inconfundibles ,flores recién cortadas y un ambiente de misticismo que hicieron de la festividad de Todos Santos una tradición que sigue viva hasta nuestros días.
En la plaza principal ,en la década de los 70`s y más atrás ,cientos pobladores de diversas comunidades del municipio como San Pablo, Calderon , Hueyapan , y Acatlan , entre otras ,con chiquihuites , petates y bolsa de harina llegaban a Tepeaca a abastecerse de flores, hojaldras que a toda hora horneaban los panaderos tepeaquenses en los locales del centro y portales de la ciudad.
En las panaderías, además se elaboraban los tradicionales mamones, pan tradicional de Todos Santos que se elaboraba con huevo batido, harina,azucar y almidón en cazuelas de barro para logras una textura, sabor y suavidad deseada .
En establecimientos del centro, artesanas de dulce de pepita de calabaza, como la inolvidable Doña Leonor, expendían sus borreguitos, canastitas , calaveras y platanitos elaborados totalmente de pepita para adornar las ofrendas de los tepeaquenses.
En las ofrendas , el cempasuchil, incienso,figuras dulce , fruta, veladoras, agua bendita ,mole, hojaldras, mamones, pulque de San Pedro, dulces de tejocote, leche,y calabaza así cerveza y licor era un tributo a los difuntos. Ademas de las tradicionales tortitas y galletitas traídas de los portales de Acatzingo de Hidalgo.
En los panteones en aquel tiempo , el doblar incesante de campanas todo el día , como ahora, era acompañado por el inconfundible aroma del cempasuchil, margaritas,nubes, crisantemos,gladiolas y rosas daban colorido y vestían de manera inigualable a los panteones en los barrios del Santuario,El Divino Salvador, San José , San Sebastián, Santa Cruz Temilco, El Campo,San Miguel, Santa Apolonia, El Calvario , Tlahuiloya y La Santísima Trinidad.Las velas, ceras y veladoras eran el complemento a la memoria de aquellos que se nos adelantaron
En aquellos días los molinos de la ciudad , como en el tiempo actual, se abarrotaban porque muchas familias molían su nixtamal para la elaboración de los tamales y tortillas elaboradas a mano que iban a servirse en las mesas de los hogares tepeaquense en un entorno totalmente familiar después de visitar los panteones.
El dos de noviembre , El mole , arroz rojo y la sopa de verdura aguada acompañada de los dulces tradicionales de leche, tejocote y calabaza era lo que debutaban los tepeaquenses en en el siglo pasado y aun en el presente tiempo.
Las familias con más recursos preparaban el tradicional mole de caderas de chivo de Tehuacán así como chito de matanza y espinazo empalizado que era posible adquirir con los carniceros locales en los viernes de tianguis semanal en el zócalo de Tepeaca