• Tepeaca fue pionera en ese tipo de establecimientos en el estado

 Avanzaban   los primeros meses y años de la administración municipal   que regía los destinos de Tepeaca en 1963 . Muchas era  las necesidades  de la población a satisfacer , además de la principal  de abastecer agua potable a la población carente del vital liquido desde tiempos de la colonia.

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En una de sus  esporádicas  visitas a esta ciudad, el gobernador del estado en aquellos  años, Antonio  Nava  Castillo acompañado por el edil  José Centeno Reyes  caminaban  por las calles de tierra y  miraba al horizonte el verde valle y  frondosa  vegetación de los campos tepeaquenses.

 “Señor Gobernador- interrumpió Centeno Reyes- en  este terreno tenemos pensado construir  el primer rastro municipal y el corral de consejo  de Tepeaca”, señaló el  entusiasmado  alcalde,  mirando de reojo  un amplio terreno repleto de magueyes y  arboles de pirú.

 El lugar al que se refería  el entonces presidente de Tepeaca era un amplio terreno en donde actualmente se encuentra el mercado municipal Julián Yunes Arellano , entre la avenidas Morelos Sur , 3 sur ,5 y 7 poniente. Era propiedad del Señor Ángel Coronado

“Esa será una gran obra. Esperemos que así se lleve a cabo en esta administración”, acotó el mandatario estatal Nava Castillo pensando que en tres años de gobierno sería buen tiempo para ejecutarla.

“ Señor gobernador queremos contar con su apoyo para que este mismo año quede construido el rastro y el corral ”, respondió un convencido alcalde tepeaquense .

En aquella calurosa mañana, Nava Castillo miró con incredulidad al alcalde  de Tepeaca y le recordó que  año  ya estaba avanzado   por la mitad y además de que Tepeaca no contaba con maquinaria , ni recursos  necesarios   para una edificación de esa índole. El terreno sinuoso y agreste también era otro motivo para dudar a esa aseveración.

 Después de la euforia irreflexiva producto de la reunión con el gobernador poblano, el alcalde Centeno Reyes se cuestionó, con su secretario Tlatelpa Pérez , como hacer para realizar un rastro y un  albergue para  el corral de consejo en un terreno lleno de  magueyes, arboles y para acabarla de completar sin recursos para comprar el predio de 25 mil pesos a su propietario Ángel Coronado

 Un amigo del alcalde le sugirió visitar a unos constructores  en Acatzingo, que en ese entonces edificaban la autopista Puebla- Orizaba para pedirles su apoyo y ayuda en el ambicioso proyecto.

La reunión se dio  y después de una comida, los ingenieros acordaron visitar Tepeaca.En un día caluroso propio del verano,  cumplieron su compromiso y visitaron el  inhóspito  lugar en donde estaría  el rastro.La empresa era complicada pero no imposible, coincidieron.

 Después de varias  platicas y reuniones con el gobernador   , además  de  muchos esfuerzos , la comuna compró el terreno  a  Ángel Coronado quién  finalmente vendió el predio  en 15 mil pesos  de aquella época. Todo un capital 

Semanas después, el ruido ensordecedor de las maquinarias y el trabajo matemático de los  ingenieros permitió  dejar aquel terreno sinuoso e inaccesible   en una autentica mesa de billar, un campo idóneo   para practicar el deporte.El espacio preciso y adecuado    para la edificación del rastro

 Con ese gran estímulo, las autoridades municipales que encabezaban Centeno Reyes  y su secretario Antonio Tlatelpa Pérez , se dieron a la tarea  de buscar recursos para la edificación  del inmueble . Otro reto en puerta .

 Eran hombre de palabra comprometidos  con el progreso de su tierra, como ya no los hay.

La obra se materializó con grandes esfuerzos. Tepeaca contaba con su primer rastro municipal que permitiría a los tepeaquenses consumir  carne  con la seguridad  de que era  de animales sanos sin ninguna enfermedad y además se contaba con lugar bordeado para un Corral de Consejo que aportaría  recursos los tradicionales viernes de tianguis .

Al enterarse del hecho , Nava Castillo se sorprendió  y no daba crédito de esa obra.

 Un  día en una visita  sorpresiva  a esta ciudad, el ejecutivo estatal se hizo acompañar  por el entonces del alcalde  Puebla, Carlos Vergara Soto  y una vez en Tepeaca lo hizo descender de su lujoso vehículo Cadillac y   vociferó:

“Mira mi  presidente de Puebla  como trabajan en Tepeaca, que sin recursos y sin  la  maquinaria que  se tiene en  la ciudad, nos dan muestra como trabajar y como  se deben hacer las cosas”, destacó un  satisfecho Nava Castillo

Una fecha imborrable a la memoria  por el orgullo y  el trabajo de los tepeaquenses en aquel verano de los sesentas del siglo pasado.

 Como anécdota a aquella memorable fecha,  días  después, las autoridades municipales realizaban revisión de la carne que vendían los tablajeros  en el zócalo de la ciudad y en una ocasión decomisaron la carne  de un carnicero y la incineraron en pleno centro de la ciudad: la  carne estaba contaminada con tomatillo   y no era apta para el consumo humano.

 Un  oficial militar que transitaba por la zona pidió  ver a las autoridades municipales para hablar sobre esa medida. El  representante  de las fuerzas  armadas fue conducido a la presidencia y una vez de frente  ,ante las autoridades municipales incrédulas , las felicito por el valor civil de tomar esa medidas para proteger la salud y bienestar  de los tepeaquenses.

 Eran otros tiempos,  tiempos de gente comprometida con Tepeaca.

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